Henry Grant echó a correr otra vez calle arriba. Dos minutos después llegó a casa del doctor González y llamó a la puerta. Nadie respondió. Por lo visto no había nadie. Llamó otra vez, dando fuertes golpes en la puerta, que de pronto se abrió.
–Ha ocurrido una terrible desgracia, José. Han matado a un hombre. ¿Dónde está el teléfono?
El viejo no parecía entender. Sus ojitos de pájaro trataban de penetrar la oscuridad de la noche.
–¿Quién…? ¿Qué…? Ah, señor Grant! Buenas noches.
–José, llama al doctor González. Tengo que hablar con él en seguida.
El viejecito respondió:
–Mi amo no está en casa. ¿Qué quería Vd., señorito?
Grant cogió el teléfono, pidió un número y contó rápidamente a un oficial de la ciudad de Lima lo que había sucedido. Mientras hablaba, tenía los ojos fijos en José. Terminó diciend
–Pronto, José. Llama al doctor González.
El pobre viejo quedó confuso. Abrió la boca varias veces y al cabo, con gran esfuerzo, logró decir:
–El doctor no está aquí, señorito.
–Pues, ¿dónde está? –exigió Grant.
–El… el doctor no está, señorito –repitió el viejo criado, que ahora estaba temblando.
–Pero el doctor González estuvo aquí. Me has dicho una mentira, José. El doctor me escribió una carta esta mañana.
José llevó a la boca la mano izquierda, tocando ligeramente con los dedos el labio inferior.
–Sí, ahora lo recuerdo, señorito. Yo mismo llevé la carta a su casa de Vd. Pero, en esa carta, ¿no le dijo que era un secreto. . .quiero decir, su vuelta a Lima?
–No.
–iDios mío! Debió de olvidarlo[1], señorito. Vd. no ha dicho nada a nadie, ¿verdad?
Un miedo terrible había tomado posesión del pobre viejo.
–Calma, José. No he hablado con nadie, sino con la señorita Torres.
–¿Y ella? …
–Ella dice que no es verdad, que el doctor no ha vuelto a Lima.
–Bueno. Pero. . .¿su criado, Manuel? –preguntó José, y empezó a temblar de nuevo.
–Manuel murió hace media hora, poco más o menos. Escúchame, José. ¿A qué hora salió el doctor González?
–Hacia las seis, señorito.
El viejo cogió del brazo a Grant.
–¿Le ha ocurrido algo a él también?
–No sé. Mira esto, José –dijo Grant, extendiendo la mano. En ella tenía el pedazo de cristal que había encontrado cerca del cuerpo de Manuel.
José tomó el cristal y lo examinó con atención largo rato. Al fin dijo lentamente:
–Sí, reconozco este cristal. Es. . .
De pronto la mano del pobre criado comenzó a temblar violentamente y el cristal cayó al suelo, partiéndose en dos.
[1] Debió de olvidarlo, He must have forgotten it. Deber de followed by an infinitive expresses probability.
Exercises
A. Memorize.
- ¿a qué hora? – at what time?
- coge del brazo a su amigo – he seizes his friend by the arm
- dar golpes – to strike, beat, pound
- de nuevo – again
- de pronto – suddenly
- debió de olvidarlo – he must have forgotten it.
- ¡Dios mió! For Heaven’s sake!
- en seguida – immediately
- llamar a la puerta – to knock at the door
- por lo visto – apparently
- varias veces – several times
B. Uses of the imperfect:
- description
- action in progress
- state or condition prevailing
- habitual or recurrent action
- time of day
Uses of the preterit
- mere mention of completed past act or state
- a series of past acts, if taken as a whole
Indicate the reason for your choice of tense by placing in parentheses after each verb the appropriate letter.
- I seized him by the hand.
- The hand was cold.
- It was one o’clock.
- I repeated what I had said.
- He was waiting for me.
- The man was laughing.
- I saw him five times that day.
- He always told me the truth.
- The house was small.
- I had to return immediately.
C. Translate.
- I called you by telephone about six o’clock.
- Apparently you had already gone out.
- At what time did you find the body?
- I found it about half an hour ago.
- When I think of the unfortunate boy, I begin to tremble again.
- Did you go to see the doctor at once?
- Yes, but the doctor was not at home.
- I knocked several times, but nobody answered.
- Suddenly the door opened.
- Joseph, the old servant with the birdlike eyes, didn’t seem to recognize me.
- Did Joseph know what had happened?
- No, but on seeing the piece of glass he exclaimed: "For Heaven’s sake!"
- He must have recalled something.
- Then he seized me by the arm.
- I left him and picked up the telephone.
- When I finished talking, I asked Joseph for the piece of glass.
- He was about to hand it to me when it fell to the floor.
- I am sorry to tell you that the glass split in two.
Click to Add the First »